09/02/2021 • Lectura de 6 minutos

Por qué trabajar solo desde casa es una mala “buena idea”

Cómo encontrar el equilibrio entre los espacios virtuales y presenciales

por Carole Crosnier

Con el paso de los años, el trabajo ha ido evolucionando. Para mí, el trabajo es pasión, un modo de expresión personal y la capacidad de mostrar quién soy y de lo que soy capaz. El trabajo en general —y lo que significa para nosotros— es tan importante como el salario que ganamos o el espacio de trabajo en el que nos desarrollamos. Por eso, el valor del trabajo se percibe mejor apartados del tiempo y el espacio en el que se desarrolla. Trabajar desde casa ilustra a la perfección este punto.

Como representante de comunicaciones de marketing de Haworth, con una amplia diversidad de funciones y actividades a mis espaldas, me ha gustado la aparición de un estilo de liderazgo más flexible a lo largo de la última década. A día de hoy, me siento empoderada y capacitada para trabajar desde casa, la oficina y otro tercer lugar si las circunstancias lo permiten. No obstante, me he dado cuenta de que lo que entiendo por trabajo requiere ciertas concesiones mutuas, y que el lugar donde trabajo sí que importa.   

Todo ventajas
La oportunidad de poder trabajar desde casa me parecía al principio una situación donde todo son ventajas. Veía en ello más libertad, más tiempo, más eficiencia y un ansiado descanso de tanto ruido. Soy una persona independiente y la soledad no me molesta. Es más, creo que cuando paso tiempo concentrada a solas, aumenta mi productividad.

Sin desplazamientos
En zonas urbanas grandes como París, los desplazamientos por la mañana y por la tarde entre el espacio de trabajo y la casa pueden llegar a durar fácilmente hasta una hora. Las investigaciones demuestran que los desplazamientos largos al espacio de trabajo van en detrimento de la salud y pueden incrementar los niveles de estrés. Los desplazamientos excesivos también afectan al medio ambiente. En lugar de pasar dos horas del día para ir y volver del trabajo, prefiero emplear ese tiempo en trabajar, lo que me ahorra un estrés innecesario y, de paso, contribuye a proteger el medio ambiente.

Conciliación de la vida laboral y personal
Me gusta la flexibilidad que me ofrece la jornada laboral en mi oficina doméstica. Algunas personas prefieren comenzar temprano, y otras trabajar hasta la noche o disfrutar de un descanso más prolongado al mediodía. Si no hay citas ni reuniones previstos, la flexibilidad de poder emplear mi tiempo como quiera va en favor de la conciliación entre mi vida laboral y mi vida personal. Saber que puedo organizarme el día como desee me permite ser más productiva porque no hay sentimiento de culpabilidad: puedo anteponar a mi familia y mis necesidades siempre que lleve al día mi trabajo y cumpla con los compromisos de trabajo programados.

Mayor productividad
Me encanta el ambiente silencioso al trabajar en casa. A veces, trabajar en la oficina puede ser poco productivo debido a las constantes interrupciones y a los saludos ocasionales que al final se convierten en largas conversaciones. En casa, soy capaz de mantener la concentración y evitar las distracciones: ponerme y terminar las cosas. Eso no quiere decir que trabajar desde casa esté completamente exento de distracciones.

La autodisciplina es esencial, especialmente para las personas que tienen a un jefe a distancia y trabajan en un equipo distribuido, y esto es aplicable tanto en la oficina doméstica como en el espacio de trabajo. El trabajo se basa en la confianza y la integridad. La autodisciplina es necesaria para realizar las tareas del trabajo, aun cuando no haya un jefe cerca. 

La comodidad de mi espacio
En casa, el entorno de oficina es mío y puedo organizar mi espacio de trabajo de la forma que prefiera. Puedo controlar el nivel de ruido, la temperatura, la decoración e incluso la música de fondo si deseo tenerla. Cuando trabajo desde casa, puedo vestirme, peinarme y comportarme como quiera. Al final, se trata de terminar el trabajo, y cómo lo haga es mi decisión.

La capacidad de elección importa
En un mundo perfecto, el trabajo es para vivir la vida al máximo y todo el mundo puede explorar su propia idea del trabajo.

Mi visión del teletrabajo ha cambiando recientemente debido a la pandemia de la COVID-19. Cuando el teletrabajo se hizo obligatorio para muchos de nosotros, se crearon condiciones de vida inusuales, y una conexión forzosa entre el trabajo y el hogar. Por ello, no puedo evitar pensar que un espacio de trabajo que plantee el teletrabajo como la única opción es una mala “buena idea”.

Productividad en equipo
La gente a menudo opta por trabajar para una empresa, no solo por el cargo, sino por los valores en general y el entorno laboral. La esencia de una empresa de éxito gira en torno al trabajo en equipo —colaboración, coordinación, innovación y toma de decisiones—. Este trabajo es demasiado difícil cuando los miembros del equipo no pueden interactuar en un mismo lugar. El hecho de que podamos realizar nuestras tareas del trabajo desde casa no implica que sea menos importante ir a la oficina con regularidad cuando sea seguro hacerlo.

Contactos y cultura corporativa
La oficina continúa siendo primordial para construir la cultura corporativa. Cuando está bien diseñado, el espacio de trabajo permite el intercambio de información y la camaradería, así como que los empleados se expresen. La pandemia de la COVID-19 es un recordatorio —incluso para los más acérrimos defensores del teletrabajo como yo— de lo verdaderamente valioso que es el espacio físico de la oficina para plantear e intercambiar ideas.


“En mi caso, me quedó claro que trabajar desde casa todos los días —sin la posibilidad de ir al espacio de trabajo si lo prefería— no era una opción. Actualmente, estoy deseando tener la posibilidad de estar con mis compañeros de trabajo en la vida real, en persona y cara a cara.”
Carole Crosnier
Directora de contenidos de marca y relaciones públicas de Haworth


Volver al espacio de trabajo es una opción de la que estoy convencida. Actualmente, nos enfrentamos a la nueva realidad de cómo vivimos y trabajamos. Con el tiempo, creo que el espacio de trabajo se recuperará como un espacio físico necesario para relacionarnos y colaborar entre todos. Reabriremos nuestras puertas para recibir a los clientes con regurlaridad. Entablaremos conversaciones tomando un café e iremos a tomar algo después del trabajo de manera espontánea con los compañeros. Asistiremos a reuniones personales y a grandes celebraciones de empresa.

Después de todo, el denominador común que comparten todos los aspectos de nuestras vidas es el contacto. Y el espacio de trabajo, siempre y cuando proporcione confort y protección, y cumpla los requisitos de salud y bienestar, contribuye a esta necesidad humana fundamental.

El catalizador
Toda empresa requiere un catalizador. Como François Brounais, vicepresidente de Europa Occidental, Oriente Medio y África, afirmó en su entrevista con Le Monde el pasado mes de mayo, “el experimento forzoso de trabajar desde casa no significa que la oficina haya muerto, pero las empresas deben redefinir su papel como lugar para la colaboración, la creación, la inspiración y la interacción social”.

Juntarnos en el espacio de trabajo nos ayuda a establecer contactos, favorece que nos sintamos integrados y contribuye a la cultura corporativa general.

Replanteamiento del papel del espacio
¿Trabajar desde casa, volver a la oficina o trabajar desde un tercer lugar? La clave radica en encontrar el equilibrio entre la interacción virtual y presencial, y en proporcionar lugares que ofrezcan el espacio necesario para que los trabajadores puedan dar lo mejor de sí mismos.

Entonces, ¿cómo se vislumbra el espacio de trabajo del futuro? Nuestras investigaciones demuestran que el espacio de trabajo combinará el hogar, la oficina y otros terceros lugares donde el bienestar, la cultura corporativa y la colaboración serán aspectos primordiales. Yo opto por trabajar en la oficina siempre que tengo oportunidad.

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